Posteado por: entremildudas | febrero 10, 2010

Sexo anónimo ( 2ª Parte)

No sé por qué razón follé con Juanjo, veintisiete años mayor que yo. Él cuarenta y siete. Yo veinte. Quizá sólo fue por su forma de ir al «grano´´. Quizá por mis ganas de experimentar.

Me encontraba en el centro de Sevilla. Miraba libros en una famosa librería. Iba vestido divina de la muerte. Calzaba unos botines rojos simulando el color de falda escocesa. Me encantaban. Llevaba vaqueros negros, camiseta de mangas cortas morada y una camisa de cuadros morados y crema, abierta. Me sentía ideal. Aquel día lo miraba todo de color rosa, muy rosa. La pluma se me desprendía con mis movimientos, mis andares. Plumas rosas señalaban mi posición.

No sé si Juanjo se acercó a mi porque yo ojeaba libros muy gays o por mi plumón. Te recuerdo que aquel día yo estaba tremendamente gay. Dejaba la mano a medio caer, mostrando la palma.  El libro que miraba, queer, confirmaba mis gustos. Juanjo no era nada del otro mundo. Le miré con superioridad. Me sonrió.

-¿Cómo te llamas?- Me preguntó.

-Dani…¿Y tú?

-Juanjo. ¿Qué buscas?

-Algún libro, no te jode…

-¿Quieres follar conmigo?- Ese arranque de sinceridad fue lo que hizo que acabáramos follando. Me pareció original.

-Ya veremos…¿Me invitas a un café?- Soy un cara dura, lo confieso.

Me llevó a una cafetería cercana. Yo tomaba café solo y fumaba un Lucky Strike. Juanjo bebía leche manchada y fumaba un nobel.

-Juanjo, me pareces muy varonil como para tomar leche manchada y fumar nobel…Mira yo, café solo y Lucky, como los vaqueros…

-Perdona, los vaqueros fumaban tabaco negro…

-Ya, pero yo soy un vaquero mariquita…

-¿Qué edad tienes?

-Veinte añitos, corazón. ¿Tú?

-Cuarenta y siete…¿No te parezco muy mayor para ti?

-He comido algún coño octogenario, mi amor…-Me miró con cara de susto- Es cierto lo que te digo. Eso sí, nunca una polla de tu edad. Para  tíos mi franja está en los quince años más que yo…Pero me encanta probar…

-Me pareces tierno y abrazable.

-No eres el primero que me lo dice…

-Pero te veo espabilado…

-Soy un cabrón con máscara de niño bueno…

-¿Eres un niñato?

-No, yo tengo clase. Mira mi ropa, mi estilo. ¿Un niñato iría así?.

-¿Eres pasivo? Yo soy activo.

-Yo soy de todo, maricón. Versátil.

-Busco un culito como el tuyo. Un culo joven, prieto, con ganas de tragar polla. Me mide veinte centímetros, como tu edad…Y quiero que me la mames…Yo ya estoy viejo para recibir…

-Ya te la ha metido hasta el Tato. ¿No?. ¿Y si se me antoja petar tu culo?

-Te jodes. Si no quieres ser mi putita esta tarde me busco a otra…

-No vas a encontrar una puta como yo, cerdo cabrón. ¿Quieres follarme o no?

-Lo deseo.

-Pues atento a que si se me antoja follar tu culo lo voy a hacer. Yo no mando sobre mi polla, ella manda sobre mí. Por una más que te metan no  va a pasar nada.

-Son cosas de la edad…

-Ni edad ni pollas en vinagre. Te he dicho que he comido coños de octogenarias. Ellas temblaban de placer con mi lengua. Así que lo tuyo no es excusa…Llévame a tu casa. ¡Ya!

Me hizo caso. Me llevó a su cama. Quería un pasivo y fui pasivo. Estaba obsesionado con sus veinte centímetros de polla. No me gustó que se pensara que la suya era la mejor del mundo, era muy nabocéntrico, y su polla no era el centro del universo, más bien era basta y fea. No buscó mi placer en absoluto. No me acarició. Sólo hubo lo preciso para meterme la polla. Fue un polvo muy egoísta por su parte. Me dejé dominar. Le dejé creerse el rey del mundo. Muchos opinarían sobre Juanjo diciendo que era un maduro muy atractivo. Yo opino que tenía un polvo, sí, pero sólo uno y no más. A los cuatro minutos de empezar a metérmela se corrió en mi culo. Me agarró con fuerza en ese momento. Tenía los veinte centímetros de polla dentro, al máximo.

Me levanté de la cama. Me puse a fumar junto a la ventana. Vi como un coche aparcaba junto a la puerta. Una mujer bajó. Era guapa. Se acercó a la cancela de la casa de Juanjo. Abrió. Era su mujer. Yo había sido la otra. Pensé en darle una lección a Juanjo, por prepotente. Me vestí, con el cigarro en la boca. Cogí mis cosas.

-Juanjo, me voy…

-¿Tan pronto?

-Sí…

Me acerqué a la puerta del dormitorio. Me volví antes de salir.

-Por cierto, tu mujer acaba de llegar a casa, maricón.

-¿Cómo?

Juanjo se levantó y comenzó a recoger el dormitorio. Los pasos de su esposa se oían desde la escalera del primer piso. Se acercaba. Comencé a bajar. Me encontré con ella de frente. Estaba muy buena, todo hay que decirlo

-¡Joder! ¡Quién coño eres!

-Ah, lo siento señora. Juanjo está arriba, le espera…

Continué escaleras abajo. La mujer me miraba extrañada por la escena.

-Por cierto, los veinte centímetros de polla de su marido no valen un duro. Dígaselo, por favor…

Me fui de la casa. Cuando salía del jardín me llegaron gritos desde el interior. ¿Le costó aquello a Juanjo el divorcio?

Gléz-Serna


Respuestas

  1. jajajajajajajajaj, qué gran frase de despedida


Deja un comentario

Categorías